Terror contra Terror
El conflicto entre Estados Unidos y los cárteles del narcotráfico ha alcanzado un nuevo punto de tensión. Las recientes medidas tomadas por la administración Trump han elevado el nivel de confrontación, aplicando estrategias que antes solo se usaban en la lucha contra el terrorismo global.


Con la designación de los cárteles como organizaciones terroristas y la imposición de sentencias ejemplares, se abre una nueva etapa en la política de seguridad nacional estadounidense. Sin embargo, esta ofensiva no solo afecta a los cárteles, sino que también tiene profundas implicaciones para el gobierno mexicano y la población civil. A través de una combinación de sanciones económicas, presión diplomática y demostraciones militares, la estrategia de Washington parece dirigirse a todos los frentes, en un intento de erradicar el poder del narcotráfico en la región.
Terror a los cárteles:
La reciente solicitud de la fiscalía estadounidense de imponer dos cadenas perpetuas a Rubén Oseguera González, alias "El Menchito", no es solo un castigo ejemplar. Es el símbolo de una estrategia más amplia y agresiva que busca tratar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Con esta decisión, Estados Unidos está enviando un mensaje claro: la guerra contra el narcotráfico ha mutado en una lucha contra el terrorismo.
Desde su comienzo, la administración de Donald Trump ha promovido la clasificación de varios cárteles mexicanos, entre ellos el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), como organizaciones terroristas extranjeras. Este movimiento, que antes parecía un mero recurso político, ahora se está materializando en sentencias que igualan las penas reservadas para figuras de Al Qaeda o ISIS. La condena de "El Menchito" marca un antes y un después en la estrategia judicial y militar contra los cárteles mexicanos.
El precedente de "El Menchito" sienta bases para una ofensiva legal mucho más agresiva. Con la designación de terroristas, Estados Unidos puede acceder a mecanismos que antes solo se usaban contra el terrorismo global. Esto incluye operativos especiales, confiscación de bienes bajo el Acta Patriótica y, en escenarios extremos, la intervención militar en territorio extranjero.
Terror al gobierno:
La administración Trump ha señalado presuntos vínculos entre el Cártel de Sinaloa y funcionarios gubernamentales mexicanos. Estas acusaciones generan presión sobre el gobierno mexicano, sugiriendo una posible complicidad o, al menos, una falta de acción efectiva contra el narcotráfico. La designación de los cárteles como organizaciones terroristas permite a Estados Unidos imponer sanciones económicas y arancelarias, afectando sectores clave de la economía mexicana y ejerciendo una forma de coerción para que el gobierno tome medidas más drásticas contra el crimen organizado.
Además, la reciente nominación de Terrance "Terry" Cole como nuevo jefe de la DEA, conocido por su enfoque de "puño de acero" y por señalar la complicidad entre autoridades mexicanas y grupos criminales, refuerza esta postura de presión hacia el gobierno mexicano. En una entrevista de 2020, Cole afirmó: "Los cárteles mexicanos de la droga trabajan mano a mano con funcionarios corruptos del gobierno mexicano a altos niveles". Además, destacó la dificultad de distinguir entre cárteles, policía federal, fuerzas militares y el gobierno federal debido a su estrecha colaboración.
Esta estrategia sugiere que la administración estadounidense está dispuesta a presionar a México con herramientas económicas y diplomáticas, incrementando el costo político de la inacción contra los cárteles. Históricamente, Estados Unidos ha empleado sanciones económicas como preludio a intervenciones militares. Por ejemplo, en 1989, las sanciones impuestas a Panamá precedieron a la invasión militar destinada a derrocar al general Manuel Noriega. Estas medidas económicas debilitaron la economía panameña, creando un ambiente propicio para la intervención.
En el contexto actual, la estrategia de Washington parece seguir un patrón similar: utilizar sanciones y presión diplomática para obligar al gobierno mexicano a confrontar al Cártel de Sinaloa y otras organizaciones criminales. La implicación es clara: si México no actúa, Estados Unidos podría considerar medidas más directas para salvaguardar su seguridad nacional.
Terror a la población:
La intensificación de operaciones militares estadounidenses cerca de la frontera mexicana, incluyendo vuelos de aviones espía y el despliegue de portaaviones cerca de aguas territoriales de México, ha generado un ambiente de tensión. Estas acciones buscan reforzar la presión diplomática y militar contra los cárteles, pero también impactan directamente en la percepción de seguridad de la población mexicana, incrementando la incertidumbre y el temor sobre una posible intervención directa.
Militarización de la Frontera y su Impacto en Comunidades Locales: El aumento en la presencia de agencias federales como la DEA y la Patrulla Fronteriza puede derivar en mayores restricciones para el comercio y la migración, afectando a trabajadores que cruzan la frontera diariamente. En contextos previos, como la Operación Guardián en los años 90, la militarización de la frontera incrementó la violencia local y restringió la movilidad de miles de personas.
Efectos Psicológicos y Percepción de una Intervención Inminente: La difusión de imágenes y reportes sobre la presencia de aviones espía y buques de guerra cerca de México contribuye a una narrativa de guerra que eleva el temor en la población. En escenarios previos, como la movilización de tropas cerca de Venezuela en 2019, este tipo de maniobras generó pánico entre la población civil y especulación sobre una posible invasión.
Respuesta de los Cárteles y Aumento de la Violencia: La demostración de fuerza por parte de EE.UU. puede provocar reacciones de los cárteles, que podrían responder con ataques más violentos contra objetivos civiles para enviar un mensaje de desafío. En 2006, tras el inicio de la "guerra contra el narco" en México, la respuesta de los cárteles fue incrementar ejecuciones y enfrentamientos públicos como medida de intimidación.
Aun así, la postura de la administración Trump es firme: el narco ya no es solo un problema de seguridad pública, sino una amenaza directa a la estabilidad y seguridad nacional de Estados Unidos. Si "El Menchito" recibió dos cadenas perpetuas, los líderes del narcotráfico deben estar en alerta. La guerra contra el narcotráfico ha evolucionado, y ahora el mensaje es claro: quien siembra terror, recibirá terror a cambio.
Analizando la noticia como nadie, Noticias al Díaz.
Miguel Díaz.